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 ¿Qué significa el tiempo para ti, como profesor de física cuántica y como aficionado a la relojería?
Desde la perspectiva del científico que soy, el tiempo es aquello que marca un reloj, lo que mide con su vaivén cualquier osci- lador de un reloj. Es todo, no hay nada más que agregar. Ya sé que es una respuesta desapasionada, pero esa es la respuesta estándar desde la perspectiva de la ciencia. Pero por otro lado, si regresamos a la noción de que el tiempo es algo vivencial, que existe otra forma subjetiva de verlo, entonces el tiempo para mí en realidad tiene muy poco que ver con los relojes. Por su- puesto que los relojes tienen un lado utilitario. Esta pequeña computadora en mi muñeca me informa qué hora del día es en este preciso momento y la fecha, es decir, información que es relevante para las interacciones sociales. Pero aunque sirve para eso, para darme la hora, para mí el reloj me ofrece una conexión personal con mi trabajo de investigación. El tiempo significa un medio para relacionarme con el arte y con las personas, y eso es lo que para mí justifica llevar puesto un reloj como el que des- cansa ahora en mi muñeca.
Desde tu perspectiva como científico, ¿cómo conectarías la idea de los viajes en el tiempo con los recuerdos?
Hay ciertas partes de la física en las que el tiempo parece trans- currir en una sola dirección. Eso ocurre con sistemas de gran escala, y ese aspecto, que se denomina entropía, se incrementa cuando el desorden aumenta (el segundo principio de la ter- modinámica). Existen, por otro lado, otras áreas de la física en donde parece que las cosas pueden ir hacia delante y hacia atrás. De hecho, en la mecánica cuántica, casi todo lo que hacemos se considera unitario. Significa, para comenzar, que las proba- bilidades se conservan, las cosas no se pierden e inclusive, en muchos casos, el tiempo puede transcurrir en ambas direccio- nes. Es decir, las operaciones pueden ser revertidas. Con base en mi experiencia, opino que la memoria es un poco como viajar a través del tiempo. Sí, probablemente un tipo de viaje imperfecto a través del tiempo, y por eso muchas veces nuestros recuerdos no son muy claros. Creo que definir nuestra percepción y ex- periencia del transcurso del tiempo es algo que probablemente siempre nos costará mucho definir.
¿Cuándo descubriste tu pasión por los relojes?
Para serle honesto, no creo que fue solamente un momento es- pecifico sino un proceso gradual. Desde niño me han gustado los relojes. No sé por qué, pero me gustan desde siempre. Obvia-
“El tiempo significa un medio para relacionarme con el arte y con las personas, y eso es lo que para mí justifica llevar puesto un reloj como el que descansa ahora en mi muñeca.”
mente, mi interés por la relojería no era el mismo que siento hoy. No fui el niño de diez años investigando todo sobre la industria relojera. No era algo a lo que estuve expuesto. Compré mi pri- mer reloj mecánico relativamente tarde, cuando tenía alrededor de 31 años. Todavía lo tengo. Es un Rolex Milgauss. En mi opi- nión, es uno de los relojes deportivos con la mejor relación ca- lidad-precio. Es una pieza sumamente robusta y muy atractiva. Y, por otro lado, como un científico que realmente trabaja en un laboratorio, ha sido un instrumento de trabajo muy práctico. Así fue como gradualmente comencé a interesarme cada vez más por la relojería. Después me compré un Rolex Deepsea Sea-Dwe- ller porque deseaba tener un reloj más deportivo.
Cómo llegaste a la relojería de alta gama?
Más tarde compré mi primera pieza de alta relojería, un Jae- ger-LeCoultre Ultra Thin Moonphase. Era la primera vez que me interesaba en serio por el aspecto mecánico y los diseños con una estética muy diferente. Así fue como comencé a explorar la relojería de alta gama cada vez con mayor interés. Dos marcas a las que volvía todo el tiempo eran F.P. Journe y A. Lange & Söh- ne. La primera me atraía por el diseño y estética de sus relojes y una narrativa muy elocuente que comenzaba con su eslogan Invenit et fecit [inventarlo y hacerlo] —un buen ejemplo del len- guaje utilizado para conectar con los demás—. Pero me parecía también que A. Lange & Söhne combinaba muy claramente dos elementos únicos: la destreza manual y la maestría técnica. Por eso me costó mucho decidir cuál sería el siguiente reloj que com- praría. Finalmente me decidí por un F.P. Journe Chronomètre Bleu, que fui a comprar a la boutique de la marca en Nueva York, y más tarde por un A. Lange & Söhne 1815 Chronograph.
Third Edition / 2020 | WATCHTIME MÉXICO 119
























































































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