El día de ayer, Cartier invitó a medios especializados de comunicación para presentar la remodelación de su boutique insignia de Masaryk, en Polanco. Un espacio que tras 10 meses de renovación reabrió sus puertas al público el pasado 12 de diciembre, en esta ocasión con un estilo que combina la cultura mexicana y el universo de Cartier.
La renovación fue el fruto de la colaboración de dos artistas. Por su parte, la diseñadora textil Marisol Centeno, fundadora del estudio Bi Yuu, creó la instalación Chichiní, donde cuatro paneles de fibras naturales, cintas de tejidos calados e hilos metálicos, rememoran la ceremonia tradicional de la Danza de los Guaguas. Una obra que abraza la identidad mexicana y el estrecho vínculo que sostiene Cartier con México.
Además, Jean-Philippe Delhomme, reconocido pintor que ha plasmado a diversas celebridades desde finales de la década de los ochenta, fue el encargado de capturar la inconfundible personalidad de María Félix en un retrato para el salón homónimo. Este nuevo espacio, dotado de colores y contrastes que definen el estilo de la Doña, le rinde homenaje a la estrecha relación que Cartier sostuvo con la actriz.
El idilio de Cartier y María Félix
La Doña fue por excelencia una mujer Cartier. Una personalidad única que usó con distinción las extravagantes y sofisticadas piezas que encargó a la firma. María Félix expresó su personalidad, absoluta y total, portando diversas joyas, convirtiendo el exceso en arte.
María Félix nombró como “sus animales” a su colección de joyas. En 1967, encargó a Cartier un brazalete de diamantes y ónix, con dos cabezas de pantera encontradas. También comisionó un broche articulado de pantera, que más adelante fue adquirido por la Duquesa de Windsor.
En 1968, Cartier diseñó una de las joyas más destacadas de la industria para la Doña, un collar de serpiente cuya estructura representa una proeza técnica. Dicha pieza combina el platino, el oro blanco y el oro amarillo. El cuerpo ostenta 2,473 diamantes talla brillante y talla baguette mientras que en la parte inferior se puede apreciar el trabajo en esmalte rojo, negro y verde. En 1971, María Félix acrecentó su bestiario y encargó un par de pendientes de serpiente, en oro amarillo y esmalte turquesa.
Apasionada de las joyas y los reptiles, María Félix acudió a la boutique Cartier de Rue de la Paix, en París, donde se presentó con un cocodrilo bebé para que crearán un collar con la forma exacta de su mascota. Una ardua tarea debido a que la pieza se tenía que completar antes de que creciera el animal. En 1975, Cartier consigue la creación para la Doña, un collar compuesto de dos cocodrilos en oro amarillo, uno engastado con 1,023 diamantes amarillos y el otro con un engaste de 1,066 esmeraldas.
En 2019, Cartier presentó un set de Alta Joyería inspirado en el emblemático collar de María Félix. Un collar, un par de aretes, un brazalete y un anillo creados por el mismo artista que esculpió la pieza original de 1975 .
TE RECOMENDAMOS: CARTIER CARE, UNA NUEVA PLATAFORMA CON BENEFICIOS